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 Todo padre adolescente debe afrontar decisiones tan importantes como casarse, convivir con su pareja, dejar sus estudios y buscar trabajo en algunos casos, lo que sin duda trae consecuencias no sólo para él y su familia de origen, sino para su pareja y su hijo también.

"Quedé helado y me puse pálido... ¿qué voy a hacer?, me pregunté”, Cristián, 19 años.

“Me dio susto, no sé, miedo. Sentí que no estaba preparado para tener hijos, y todavía creo que no”, Sebastián, 18 años.

“Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, ¿qué iba a hacer? ¿qué dirían los papás de ella?”, José Luis, 19 años.

“Me sentí entre contento y preocupado por no saber qué hacer”, Patricio, 18 años.

Los testimonios de Cristián, Sebastián, José Luis y Patricio fueron recogidos por un equipo del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescentes (CEMERA), una unidad académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile que tiene como misión mejorar la calidad de los servicios que se ofrecen en el ámbito de salud reproductiva para adolescentes en Chile y Latinoamérica.

Una de las profesionales que participó en este estudio cualitativo, la asistente social Electra González, conversó con Padres OK sobre su experiencia atendiendo a adolescentes con la esperanza de evitar muchas veces el embarazo precoz.

“Las reacciones que ellos tienen al conocer la noticia pueden ser muy variadas. A la mayoría les cuesta aceptar su nuevo rol; se sienten presionados por las familias y la sociedad, y muchos nunca lo aceptan”.

Este es un paso nada fácil para jóvenes que recién fueron niños. Según la especialista, enfrentar a las familias es tal vez uno de los problemas más importantes.

Cristián de 19 años cuenta cómo fue ese momento. “Nosotros pensábamos cuándo les íbamos a decir, pero al final se dieron cuenta... Nos sentamos cara a cara y le dije: ‘me voy a poner las pilas y no la voy a dejar atrás, no la voy a abandonar’. Me dijo, ‘ya, ningún problema”.

Las reacciones de la familia también son impredecibles, como lo cuenta Eduardo. “Todos me quedaron mirando así como queriendo pegarme un combo. El papá de ella se fue a llorar, el hermano igual y todos lloraron, después se hicieron a la idea y ahora están todos chochos".

O el caso de Francisco de 19 años, “Él papá de ella se enojó más porque yo no le dije, porque fue el último en saber. Yo le dije que en ningún momento la iba a dejar sola, que al niño yo lo iba a reconocer y hasta ahora he hecho todo lo posible por hacer eso”.


La masculinidad en estudio

Pasando el primer impacto, todo padre adolescente debe afrontar decisiones tan importantes como casarse, convivir con su pareja, dejar sus estudios y buscar trabajo en algunos casos, lo que sin duda trae consecuencias no sólo para él y su familia de origen, sino para su pareja y su hijo también.

Muchos se quedan en el camino sufriendo grandes presiones, pero sin poder superarlas.

Actualmente ha surgido una preocupación por estudiar qué lleva a los hombres adolescentes a “embarazarse” y cómo reaccionan frente al tema. La mayoría de las veces se lo describe como “ruin, irresponsable, que prueba sus proezas sexuales sin pensar en las consecuencias”.

Lo cierto es que la fisiología reproductiva masculina ha sido menos estudiada y comprendida que la femenina, ofreciendo pocas posibilidades de controlar la cadena de eventos reproductivos, lo que ha hecho que el hombre tenga menos conciencia de su función reproductiva y asuma menos responsabilidades.

A esta conclusión llegó un estudio realizado sobre sexualidad en adolescentes escolarizados en Buenos Aires, Argentina, por el Programa de Adolescencia del Hospital de Clínicas de la Universidad de esa ciudad.

Muchos de esos hombres han recibido el modelo de un padre alejado, en algunos casos ausente, sólo observador y marginado de la interacción con los hijos, alejándose así también de los aspectos tradicionalmente más femeninos como la sensibilidad y la ternura.

Sin embargo, la especialista Electra González explica que los progenitores adolescentes pueden ser afectados de manera importante por la situación de paternidad, aun en aquellos casos en que intentan evadir su responsabilidad. “Esta evasión puede ocurrir por miedo a asumir la paternidad inesperada, por un deseo expreso de no querer asumirla, o por no sentir compromiso afectivo importante con su pareja adolescente”, indica.

Según las investigaciones de CEMERA, en el estrato social bajo los hombres adolescentes fracasan en completar su enseñanza media entrando en el mundo adulto con pocas o ninguna destreza laboral. La creencia está en que un estudiante adolescente que ha embarazado a su polola debe buscar un trabajo, ya que su propio sentido de la responsabilidad le indica que esto demuestra ser buen padre.

Así caen en una trampa porque al no terminar su educación van derecho a trabajos mal pagados, mal calificados y con casi nulas posibilidades de superación laboral. Les queda entonces enfrentar un futuro de dependencia o de fracaso, que los lleva a desertar de su rol de padre.


Asumir la paternidad

Pero también hay jóvenes que sí sienten responsabilidad, y que quieren participar en el desarrollo del embarazo y luego como padres activos. Se sienten comprometidos en el apoyo afectivo y económico de su pareja e hijo.

Sin embargo, la forma de asumir esta paternidad estará influida por su situación socioeconómica, cultural y familiar, y por las oportunidades que tenga en el aspecto educacional y laboral, así como también del grado de afecto que lo una con la madre de su hijo. Pero también es importante el enfrentamiento con la familia propia y de ella. De esto también depende el éxito o el fracaso de la paternidad.

Un estudio estadounidense publicado en 1997 por el Journal of Adolescent Health, identificó varios obstáculos que dificultan el vínculo con el hijo: la falta de dinero del joven, su desconocimiento sobre la crianza y la escasez de instituciones o redes de apoyo emocional que incentiven su participación como padre.

Electra González es enfática en asegurar que los jóvenes que enfrentan una paternidad temprana deberían recibir un apoyo efectivo y no discriminatorio, “tanto de los profesionales de salud como del sector educación, teniendo claro que ellos tienen también muchas dificultades para enfrentar esta paternidad, que en la mayoría de los casos es inesperada, que no se están preparados, que con frecuencia enfrentan la reacción negativa de la familia de su pareja y la de sus propios padres”.

El apoyo psicológico es importante también, tanto en la etapa del embarazo como cuando se enfrentan al ejercicio de ser padres. “Si la adolescente no está preparada para ser madre, menos lo estará el hombre adolescente para ser padre, especialmente porque en la cultura en que se da la maternidad adolescente, es muy común que los hombres se desliguen de su papel y los hijos pasen a ser criados por mujeres madres o abuelas”, agrega la especialista.

Esta exclusión del varón provoca en él sentimientos de aislamiento, agravados por juicios descalificatorios por parte de su familia o amistades como ‘con qué lo vas a mantener’, ‘seguro que no es tuyo’ o ‘no es la primera que queda embarazada’, que precipitarán su aislamiento si es que habían dudas.

La familia debe hacer un esfuerzo en apoyarlo. Algunos psicólogos recomiendan no presionar al joven para ser proveedor solamente. Lo más importante es generar el espacio y el ambiente para que ese nuevo padre se conecte afectivamente con su hijo ya que quiéralo o no, su rol ha cambiado en el mundo: ahora es padre.

 

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